Reactivar el turismo, prioridad de población de Acapulco tras Otis
Una banda suena a escasos metros de una montaña de basura y unos hoteles desgajados por el huracán Otis hace tres semanas. El primer día no tenían público, ahora suman una docena. Sus luces de colores brillan en la penumbra que persiste en muchos tramos de Acapulco.
De día, negocios grandes y pequeños aceleran los trabajos de desescombro con un objetivo común: reactivar cuanto antes el turismo, motor de esta ciudad de un millón de habitantes. “Si no hay turismo no se mueve nada”, dice Juan Carlos Díaz, un albañil de 59 años mientras espera un reparto de comida de los militares. “Es como una cadenita, genera (dinero) para todos”.
Acapulco era escenario de grandes citas empresariales y deportivas, de vacaciones de miles de mexicanos de todos los presupuestos. Contaba con unas 20.000 habitaciones, 377 hoteles y multitud de otros alojamientos vacacionales, el 80% de los cuales quedaron dañados por el huracán al igual que el 95% de los comercios.
Además, Otis dejó unas 250.000 familias damnificadas y al menos 48 muertos y 26 desaparecidos, según datos oficiales. Después de su época dorada durante la segunda mitad del siglo XX —cuando la visitaban los John F. Kennedy y Jackie en su luna de miel, grandes estrellas de Hollywood o Elvis Presley— el auge de otros destinos y el aumento de la violencia hizo que el turismo internacional fuera sustituido por el nacional que es el que más ha permanecido aunque la inseguridad ligada al crimen organizado continúe.
El presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que este puerto del Pacífico mexicano empezará a reactivarse en la temporada navideña con la reapertura de algunas habitaciones de hotel pero no todos coinciden.
La mayoría cree que la ciudad tardará de uno a dos años en resurgir y aunque consideran insuficientes los apoyos oficiales no se han quedado de brazos cruzados.
Yair Guevara, capitán de meseros del hotel Dreams, una de las grandes torres a las que los vientos de más de 260km/h de Otis arrancaron paredes y ventanas la madrugada del 25 de octubre, acudió a su trabajo al día siguiente y empezó a coordinar turnos de cuadrillas de limpieza de unos 20 trabajadores que los primeros días recibían como pago comida y productos básicos. Estas altísimas torres no sufrieron daños estructurales y no se derrumbaron pero ya hay voces que apuntan a ajustar algunas normas constructivas porque se demostró que muchos edificios tenían “muros de papel”, dijo el constructor Raúl Prieto.En el extremo norte de la bahía, una treintena de mujeres de un colectivo de masajistas y peluqueras barrían la playa de La Caleta de ramas y desenterraban tablas de barcas naufragadas.
“Queremos que vengan pronto los turistas”, decía Linda Vidal una mañana reciente.
Los clavadistas de La Quebrada, el acantilado más famoso de Acapulco, hacían algo parecido en el fondo marino donde se zambullen desde 35 metros de altura dejando a los visitantes sin aliento.Las grandes cadenas tampoco creen reactivarse tan pronto como dice el gobierno aunque cientos de personas, muchas venidas de otros estados, trabajan sin descanso.
López Obrador incluso apostó a que en febrero se podría celebrar el Abierto Mexicano de Tenis, el evento deportivo más emblemático del puerto que se realizaba ininterrumpidamente desde 2001 con la participación de campeones como Rafael Nadal y Novak Djokovic. Sin embargo, los organizadores no lo han confirmado.
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