El registro de 2,340 inmuebles históricos y zonas arqueológicas afectadas por los sismos de septiembre de 2017 es un recordatorio constante de la magnitud de la devastación que estos desastres naturales causaron en México. A medida que se cumplen seis años desde esos terremotos, persiste la preocupación por el estado de la restauración y la recuperación de estos sitios históricos y arqueológicos.

La restauración de inmuebles históricos y zonas arqueológicas es una tarea crucial para preservar el patrimonio cultural de México y mantener viva la historia y la cultura del país. Sin embargo, la lentitud en la progresión de estos esfuerzos es motivo de inquietud, ya que la restauración es un proceso que requiere tiempo y recursos significativos.

Es importante destacar que estos sismos no solo causaron daños materiales, sino que también dejaron cicatrices emocionales en las comunidades afectadas. La restauración de estos sitios históricos puede desempeñar un papel en la reconstrucción de la identidad y la memoria cultural de estas comunidades.

Para avanzar en la restauración, es esencial una coordinación efectiva entre el gobierno federal, las autoridades locales y las organizaciones dedicadas a la preservación del patrimonio. Además, se requiere una asignación adecuada de recursos financieros y humanos para acelerar el proceso de restauración y garantizar que estos lugares sean accesibles y seguros para las futuras generaciones.

El Gobierno Federal cifró en 2 mil 340 el número de inmuebles históricos y zonas arqueológicas con distintos grados de afectaciones por los sismos.

Autoridades dicen que el avance de la restauración es de 65 por ciento, pero una investigación de Quinto Elemento Lab halló que más de 600 inmuebles aún no se concluyen o no se han atendido, de los que 250 presentan daños graves. De los inmuebles supuestamente con avance de restauración, 512 están reportados como “en proceso”, lo que representa en ocasiones la colocación de polines de apuntalamiento o la realización de tareas parciales.

En el caso de daños severos, se engloban aquellos con colapso de torres, desplome de bóvedas, fracturas graves en muros y cimientos, desprendimientos de naves y fachadas, entre otros.

Nueve inmuebles con afectaciones mayores pertenecen a los 15 declarados por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

La investigación encontró además que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) contrató para las restauraciones a empresas no especializadas, pues hay de asesorías fiscales, arreglos de parques y jardines, comercialización de productos agrícolas, contratación de artistas, renta de escenarios para espectáculos, consultorías de opinión pública, cabildeo o publicidad, entre otras.

De septiembre de 2017 a diciembre de 2022 se han destinado más de 5 mil 400 millones de pesos a la restauración, cuando se presupuestaron 13 mil millones.

De acuerdo con especialistas, el lento avance de la restauración derivaría en que esta concluya hasta 2039.