Fallaron los bancos centrales

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Los libros con los que nos enseñaron política monetaria ya no son muy útiles. Los bancos centrales han tenido que echar mano de recursos extremos para enfrentar situaciones inéditas. Han tenido que inyectar liquidez de manera directa, sin pasar por los bancos comerciales. Han tenido que aceptar tasas de interés negativas. Han tenido que tolerar el regreso de la inflación y dejar las tasas en cero. Yo no sabría cómo resolver estos retos. Pero si sabría quien puede. Económicamente la salida de la pandemia ha despertado una amenaza que llevaba más de tres décadas dormida. Y salvo Japón, ningún banco central ha salido bien librado. A la actual gubernatura de Banxico (no a la entrante), se le ha escapado la inflación a niveles récord de los últimos veinte años. Quizá sea pobre consuelo, pero al banquero central más famoso del mundo, Jerome Powell, la inflación se le ha trepado a máximos de más de treinta años. Las brillantes tecnocracias de los bancos centrales están fallando en contener la inflación. Tener un doctorado en universidades reputadas y experiencia en política monetaria no parece ser suficiente para amedrentar la inflación. Quizá porque el detonante de la reflación sea de origen no monetario, y es poco lo que los expertos tecnócratas puedan hacer para desatorar los estrangulamientos de las cadenas de suministros por todo el mundo. La expansión monetaria de la pandemia fue temeraria, y la emergencia implicó que el banco central, que es el banco de los bancos comerciales, actuara como un banco comercial él mismos, circunvalándolos e inyectando crédito directamente a las empresas. Algo que no había ocurrido, nunca, en más de trescientos años de banca central. Tal expansión monetaria dejó una especie de sábana de liquidez sobre las economías del mundo, la cual, conjugada con múltiples problemas a lo largo de una variedad crítica de cadenas de suministro están detrás del disparo de la inflación a máximos de varias décadas. Otro factor no monetario sea quizá la reversión del consenso liberal en el comercio mundial, en particular entre los grandes bloques: Estados Unidos, China y Europa, en donde consideraciones geopolíticas y militares han hecho que el criterio de eficiencia económica pase a segundo término al replantearse la hegemonía en la arena global. ¿Qué pueden hacer los experimentados tecnócratas de los bancos centrales ante las decisiones de los halcones para replantear la hegemonía global disputándose entre los gigantes? Quizá las condiciones que durante las últimas cuatro décadas posibilitaron una inflación muy baja se hayan modificado de manera tal que la tasa de inflación promedio de los próximos años y décadas sea estructuralmente superior al bajo promedio de los últimos treinta años. Si ese es el caso, quizá a los bancos centrales les costará trabajo acomodarse a los nuevos niveles de inflación. Acostumbrados a que, incluso cuando inundaran de dinero al sistema, la globalización (entendida como una eficientísima cadena de suministro) le proveería de condiciones para una inflación muy baja, a los bancos centrales quizá les cuesta adaptarse a un mundo en donde la globalización sufra una reversión parcial y la plétora monetaria comience a hacer lo suyo: inflar los precios.  Un economista allanado al adagio de Friedman, de reducir la inflación a un fenómeno monetario, está condenado a no entender el lugar que los bancos centrales desempeñan y tendrán que realizar en los años siguientes. Las habilidades de los bancos centrales deberán de ser múltiples, para ser capaces de identificar la multitud de factores no monetarios detrás de los saltos inflacionarios. Christine Lagarde, quien conduce impecablemente el Banco Central Europeo en esta crisis, es abogada de profesión, y fue Ministra de Agricultura y Pesca, antes de iniciar su carrera como Ministra de Finanzas. Entiendo que exista un sesgo para que los tecnócratas de carrera encabecen los bancos centrales. Pero existen múltiples casos y argumentos a favor de que otros perfiles sepan conducirlos de manera eficiente. Los bancos centrales son sólidas instituciones, quizás las más sólidas, de las economías modernas, y los habilidosos tecnócratas que lo operan y que son el alma de los mismos, son su mejor activo. Créanme, ella lo hará muy bien. Como ha hecho todo de manera ejemplar en toda de su larga carrera. Por ahora es todo; mientras tanto ¡!! AQUÍ NO PASA NADA ¡!!  Para cualquier información, favor de comunicarse a: editorial@novedadesnews.com  y/o  tulmex@hotmail.com

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