La mujer de 76 años que sobrevive al huracán Harvey

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El camino a la recuperación a través de cuatro estados.

Austin, Texas.— Acostada en su cama en Port Aransas la noche después del paso devastador del huracán Harvey, Sandra Maynard se sorprendió al escuchar ladrar a su perrito, Fritz. “Pensé: ‘¡Oh no! Llegaron los saqueadores’”. La mujer de 76 años había hecho un inventario de sus pertenencias y estaba planificando su segunda noche sola desde que su vivienda de una planta se había inundado con agua de lluvia y aguas residuales. Tenía una linterna, pero había perdido todas sus velas. “Tenía sábanas y otras cosas en un armario”, comentó, “pero si las ponía en la cama, se hubieran mojado, porque el colchón estaba todo mojado”. Ninguna otra persona en el complejo habitacional de 29 unidades de Maynard se había quedado a esperar que pasara la tormenta. Por lo tanto, cuando dos hombres se acercaron a su ventana, inicialmente se asustó. Pero resultó ser la policía de Port Aransas. “¿Es usted Sandra Maynard?”, le preguntaron. “Estamos aquí para ayudarla a desalojar”. Incluso casi un año después, sentada en una unidad de vivienda provista por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), el alivio que la Sra. Maynard sintió ese día la abruma. “Lo siento, en este punto [de la historia], siempre lloro”, expresó. “Realmente pensé que iba a tener que pasar otra noche en ese terrible lugar”. ‘Si no se va, será la última’ La Sra. Maynard se había sometido a un procedimiento médico solo unas semanas antes del huracán Harvey, y su afección había empeorado, lo que le dificultaba conducir. A medida que Harvey se acercaba, vio que sus vecinos cargaban sus automóviles. “Salí en la mañana [del 25 de agosto]…y me dijeron: ‘No nos quedaremos. Nos vamos ‘Si… no se va, será la última’” La Sra. Maynard podría haber pedido a un vecino que la lleve para ponerse a salvo, pero era demasiado independiente como para hacerlo. No quería molestar a nadie. El viento y la lluvia se hicieron más y más fuertes durante el día, y la Sra. Maynard se quedó sin electricidad alrededor de las 5 p. m. A las 9 se acostó para tratar de dormir, pero era prácticamente imposible. “El viento era tan fuerte que sonaba como si alguien estuviera tirando bolas de bowling en el techo. Golpeaba y golpeaba”, contó. “Alrededor de las 9:45, pensé, ‘Dios mío, escucho agua’. Me levanté y mis pies tocaron el agua [antes de tocar el piso]”. El agua entraba por los espacios alrededor de la puerta de entrada y las ventanas de la Sra. Maynard. Y lo que es peor, por el desagüe de la bañera y el inodoro, entraban aguas residuales que se mezclaban con el agua de lluvia e inundaban su casa. Enfrentar la destrucción Finalmente, el agua dejó de subir cuando había alcanzado casi los 3 pies, y la Sra. Maynard volvió a acostarse y se durmió. Cuando se despertó a la mañana siguiente, vio por primera vez la destrucción que Harvey había provocado. “Salí… y había escombros por todas partes. Caminé por los alrededores y [no había] nadie; todo estaba tranquilo, muy tranquilo”, comentó. “Hay un pequeño centro comercial frente a nuestras casas, y había un bote junto a una de las tiendas; también había un par de botes en la calle”, continuó. “Las vidrieras y las puertas de todas las tiendas del centro comercial estaban destruidas. Podría haber entrado y sacado lo que quisiera”. La primera persona que vio conducía una camioneta blanca. Cuando estacionó para tomar unas fotografías, la Sra. Maynard le pidió que la llevara hasta la casa de una amiga que vive en un terreno más alto, y él aceptó. Pero se encontraron con una crecida antes de llegar. El extraño llevó a la Sra. Maynard de nuevo a su casa, donde ella le pidió que la esperara mientras entraba a buscar dinero. “Todo lo que tenía eran $10”, recuerda. “Se los di y le di el número de teléfono de mi sobrina… y le dije: ‘¿Podría llamarla y decirle que venga a buscarme si puede?’” La sobrina de la Sra. Maynard, Shawn, vive en Richmond, Texas, a unas tres horas y media de distancia en condiciones de conducción normales. Con un poco de suerte, la Sra. Maynard no tendría que pasar otra noche en su casa sucia y mojada. Pero a esa altura, ya no se sentía muy afortunada. Reunión familiar Alrededor de las 4:30 p. m., la Sra. Maynard se dio cuenta de que su sobrina probablemente no iría ese día y comenzó a hacer planes para la noche.

Cuando llegó la policía más tarde para desalojarla, la Sra. Maynard pensó que la pesadilla finalmente había terminado. La llevaron a la Alcaldía, donde el personal médico de emergencias verificó sus signos vitales y le comentó que las lecturas estaban bien. Luego, un policía estatal se acercó. “¿Es usted Sandra Maynard?”, le dijo. Su sobrina está en la barrera policial’”. Incrédula, Sandra preguntó: “¿Logró llegar?” Lo había logrado, y el policía estatal llevó a la Sra. Maynard inmediatamente a la barricada para que se reunieran. “Cuando vi a mi sobrina, lloré, y ella lloraba, y nos abrazamos”, relató la Sra. Maynard. “No pensé que fuera a venir. Estaba tan feliz de ver a alguien que me quería lo suficiente como para conducir en el huracán para venir a buscarme”. La crisis inmediata post-Harvey de la Sra. Maynard había terminado, pero como descubren muchos sobrevivientes de desastres, el camino hacia la recuperación recién estaba comenzando. En busca de un nuevo hogar “Nos dirigimos hacia Richmond, y conducíamos en el huracán porque este se movía lentamente hacia Houston”, comentó la Sra. Maynard con respecto a su viaje al norte con su sobrina. “[Vimos que] muchos lugares habían quedado devastados”. Luego de llegar a Richmond y disfrutar “la mejor ducha de su vida”, la Sra. Maynard por fin pudo dormir tranquila. Hasta la mañana siguiente. “Shawn me despertó la mañana siguiente y dijo: ‘Tenemos que desalojar’. Yo dije: ‘¿Qué?!’” El Cuerpo de Ingenieros del Ejército estaba preparándose para abrir las puertas de un reservorio en un esfuerzo por evi-tar inundaciones incontrolables. Desafortunadamente, eso significaba que la comunidad de Shawn, Pecan Grove, podría inundarse muy pronto. Shawn y su familia se dirigieron a la casa de su hija, pero no era lo suficientemente grande como para que la Sra. Maynard se quedara allí también, por lo que fue a la casa de su sobrino en Sealy, Texas. Eso fue el domingo. El jueves, tuvieron que llevarla de urgencia al hospital porque su afección de salud había empeorado. Maynard pasó siete días en el hospital en Katy, Texas, y luego regresó a la casa de su sobrino, Dan. Después de solo 3 días, tuvieron que llevarla nuevamente al hospital. Los médicos en Katy no podían encontrar la forma de ayudar a la Sra. Maynard, por lo que la enviaron en ambulancia a un hospital en Houston. “El hospital estaba repleto”, comentó. “Esto fue [poco después] del huracán. Muchísima gente estaba sufriendo”. Pronto regresó a la casa de su sobrino en Sealy, donde su salud mejoró lentamente durante el siguiente mes. La Sra. Maynard pasó un mes con su sobrina en Richmond, un mes con su hermana en Wisconsin, y un mes con su hija en Minneapolis. Luego viajó a Illinois, donde planeaba pasar un mes con su primo. Un lugar propio “[Justo] después del huracán, mi hija llamó por teléfono [a FEMA] y me inscribió para recibir ayuda”, relató la Sra. Maynard. “Ella se ocupó de mi… se ocupó de pedir para que yo recibiera algún tipo de ayuda o asistencia”. Para cuando la Sra. Maynard se fue a Illinois a pasar un mes con su primo, FEMA la había llamado un par de veces para ofrecerle una vivienda temporal, pero las opciones que le ofrecían no se ajustaban a sus necesidades. La Sra. Maynard había perdido su automóvil durante el huracán Harvey, y quería vivir en un lugar cerca de Port Aransas para poder ir a casa periódicamente y verificar el progreso de la reconstrucción de su vivienda. Poco después de que llegara a Illinois, FEMA la llamó una vez más, esta vez para ofrecerle una unidad de vivienda móvil (MHU, por sus siglas en inglés) en Rockport, Texas, a menos de 20 millas de su casa. Maynard dijo: “¡La quiero!” y se mudó a la MHU en enero.

 “Estoy muy feliz de tener un lugar propio. De no tener que quedarme en el apartamento o la casa de alguien más y ser un carga para ellos”, comentó. “Después de pasar cinco meses viviendo con otras personas, uno se estresa. Uno simplemente piensa: ‘¿Podré volver alguna vez?’” La Sra. Maynard descubrió que su MHU estaba limpia, era cómoda y estaba bien equipada. Estaba amoblada, tenía ropa de cama y electrodomésticos de cocina, y FEMA se encarga de pagar los servicios públicos y el alquiler del lote. “Estoy muy contenta con lo que FEMA me dio, si bien tardó bastante tiempo [en llegar]”, dijo entre risas. “Me sorprende lo bien que me cuidan; [la MHU incluso tiene] un sistema de rociadores para casos de incendios”. La Sra. Maynard a menudo visita el centro local para personas mayores y la gente muchas veces le pregunta cómo hizo para obtener una unidad de vivienda de FEMA. Muchos se quejan de que merecen recibir ayuda federal pero no la han recibido. “Uno debe ir a buscarla”, les dice. “No se sienten a esperar a que la ayuda venga a ustedes. Deben solicitarla. …En la vida, si quieren conseguir algo, deben salir a buscarlo”. Para ver un video sobre este tema, visitewww.facebook.com/ FEMAHarvey.

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