Un mexicano había asesinado a 5 personas hondureñas. No me voy a meter en detalles de lo que pasó porque creo que es de todos sabidos los acontecimientos. Hace muchos años… como unos 15 aproximadamente iba a dejar a una de mis hijas a su trabajo.  Iba en el carril de en medio en una de las calles principales de esta ciudad cuando un carro me pitó. No le hice caso porque podía rebasarme por mi derecha o mi izquierda. Como por unas tres cuadras me fue pitando, y yo… pues en mi carril. Cuando por fin me rebasó aceleró muy molesto el muchacho. El asunto es que de nada le valió que me rebasara porque el siguiente semáforo le tocó rojo. Me tocó pararme a un lado de él y volteé y le hice la señal de las manos como diciéndole “¿ves de que valió que me rebasaras?”. No le hice una señal obscena ni le dije más nada.  Eso fue suficiente para que se pusiera detrás de mi carro y me siguiera como por dos millas. Mi hija que iba conmigo se puso bien nerviosa. Yo a la verdad que no sabía que hacer. Deseaba que apareciera una patrulla de policía para que viera lo que el muchacho estaba haciendo… pero no apareció. Muchas cosas me vinieron a mi mente. Sí llevaba mucha prisa… porque no me rebasó y siguió su camino.    ¿Estaba obsesionado con el carril del centro? Sí llevaba mucha prisa… ¿por qué me siguió tanto? ¿Su propósito era el de provocarme para luego el tener una excusa para hacernos algo? Queriendo tranquilizar a mi hija que se estaba poniendo bien nerviosa le pregunté…     – ¿Segura que no es un admirador tuyo?     – Como crees apa…    – Nomas digo, porque sí lo es…. podría pensar que eres mi novia y que lo esas engañando conmigo. Siendo sincero me estaba poniendo nervioso… pero ya estaba ideando lo que yo podría hacer en caso de que se bajara de su carro y empezara a agredirnos. Entre lo que me estaba imaginando era poner en práctica mis conocimientos de karate adquiridos de cuando era estudiante de universidad, como 40 años… mas o menos. Como nunca seguí con las clases, lo poquito que había aprendido lo iba a poner en práctica… después de casi 40 años. Gracias a Dios que, creo que leyó mis pensamientos asesinos y le dio miedo, porque después de mucho seguirnos nos dejó en paz. Ahora que me llegue a pasar algo así, en la primera pitada que de… me hago a un lado. En mi opinión creo que expuse mucho a mi hija y mi vida también. Total, me hubiera a un lado… sabrá Dios lo que le pasa a esa persona que me pita y que quiere que me cambie de carril.
Volviendo a la noticia de la tragedia… creo que lo que pasó fue nada más y nada menos que falta de sentido común. Ignoramos si lo que hacía el mexicano era lo de siempre. Ignoramos la relación que había entre ellos.
Los hondureños estaban en todo su derecho de pedirle al mexicano que no hiciera disparos porque asustaban al niño… pero no pensaron bien las cosas. Cuando le comenté a un compañero que les había faltado sentido común a los que les molestaba que hiciera esos disparos me dijo… Estaban en su derecho de pedirle que no siguiera disparando- Claro que estaban en su derecho- Entonces porque dices que les faltó sentido común- Por la sencilla razón de que estás viendo que la persona trae un arma ¿Cómo se te ocurre irle a pedir que deje de disparar? Para empezar… no es normal que una persona este haciendo disparos… partiendo de ahí lo demás sale sobrando ¿no? Una persona normal no lo haría… así de sencillo. Entonces, esa persona no está en su juicio. Si no está en su juicio… ¿le vas a pedir que deje de estar disparando?   No medimos las consecuencias cuando hacemos o decimos algo. Se nos hace fácil hacerlo o decirlo. Después nos va a quedar mucho tiempo para arrepentirnos de eso. ¿Acaso no era más fácil tranquilizar al niño o en su defecto dejarlo llorar? creo que no. Para ellos era más fácil ir a ponerse al tú por tú con esa bestia armada.  Si tan solo pensáramos un poco las cosas antes de hacerlas o decirlas nos evitaríamos muchos problemas… muchos. Muchas personas quieren solucionar los problemas en el momento en que están pasando… en mi opinión error. Debemos de tratar de solucionarlos con la cabeza fría y no caliente.
Aunque tengamos la razón
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