“SUEGRAS”

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No hace mucho tiempo dos señoras que vivían en la misma casa tenían las mismas características. Una de esas características era que tenían una hija de casi la misma edad. Edad que ya hay que ir buscando y procurando el futuro… casamiento. Las dos se pusieron de acuerdo y contrataron la ayuda de una persona que les ayudara a buscar la pareja ideal para sus hijas.

Después de mucho buscar a esa persona por fin dieron con un señor ya de edad que ofreció sus servicios para encontrar el marido de cada una de las muchachas. Después de unas semanas ya venía con los dos candidatos para las muchachas. Algo pasó en el camino que uno de ellos se arrepintió y pues ya no quiso seguir con el viaje. El hombre y el otro muchacho siguieron el viaje. Al llegar a la casa de las muchachas, la familia de ambas ya lo estaban esperando. El problema fue que solo había llegado con uno en vez de dos muchachos. Se armó una fuerte disputa por el único muchacho que había llegado. El hombre contratado no sabía qué hacer (Las dos mujeres declaraban ser la suegra del muchacho). Le habían encargado dos, pero nunca tomó en cuenta quien era para quien, así que estaba en un gran dilema.   El problema se hizo grande a tal manera que ya se estaban retando a muerte las dos familias. Cuando ya casi estaba a punto de correr la sangre, una persona se le ocurrió la idea de consultar con un juez. Y que él decidiera con quien se iría el muchacho. Lo que dijera el juez se respetaría a como diera lugar. Las dos familias fueron a ver al juez de la región y le explicaron la situación. El juez las escuchó atentamente. Por unos minutos se quedó en silencio. La situación no estaba nada fácil.  Al ver que el juez no se decidía empezaron a discutir otra vez las dos familias. El juez ordenó callar a los presentes y le pidió a su ayudante que mandara traer al mejor carnicero de la ciudad. Cuando el ayudante estaba a punto de salir de la sala una de las señoras preguntó al juez qué pensaba hacer. Sencillo… muy sencillo. Quiero que el carnicero corte a la mitad al muchacho. Las dos familias tendrán cada una la mitad del muchacho   y así las dos familias quedarán contentas. Es una decisión salomónica- dijo el juez.
– No por favor señor juez. No mate al muchacho, deje que mi vecina se quede con el muchacho y que su hija se case con él.
– No señor juez. Corte por la mitad al muchacho y de la mitad a las dos familias. El juez se le quedó viendo a las dos futuras suegras y por fin se decidió.
– Denle el muchacho a la que quiere que se corte por la mitad al muchacho… esa es la verdadera suegra.
La nuera ya estaba harta de su suegra. Ya estaba hasta la coronilla de la señora que en todo se metía y que en nada estaba contenta. Fue a ver a un sicólogo el cual le recomendó que la única solución que conocía para este tipo de situaciones era… matar a la suegra. Como cree doctor, es la mamá de mi esposo, no puedo hacer esto. Esta bien que es insoportable, pero no quiero ir a la cárcel por haber matado a una persona.
– No si yo le ayudo, solo que tendrá que ser muy discreta.
– En serio ¿usted me ayudaría?
– Claro que sí.
– Cual es su plan doctor.
– Sencillo. Le voy a dar un frasquito con un veneno muy potente. ¿Su suegra toma algo por la noche o la mañana?
– Todas las noches toma té de yerbabuena.
– Pues bien, todas las noches a partir de ahora usted le va a preparar ese té y le pondrá una gotita del frasquito sin que ella se dé cuenta.
– Por cuanto tiempo hay que darle ese veneno doctor.
– Por un mes… sin faltar una noche. Solo que hay una recomendación muy grande. Para que nadie sospeche de lo que se esta haciendo usted se quedará con ella platicando hasta que se duerma. Eso es para no levantar sospechas… ¿está claro?
– Si doctor. El doctor le dio el frasquito con el veneno. Y todas las noches le nuera le hacia el té a su suegra y se quedaba platicando con la ancianita hasta que se quedaba dormida. Noche a noche era lo mismo. Después de muchas noches de largas platicas, la nuera y suegra se empezaron a tener cariño. La nuera muy triste va a ver al doctor muy arrepentida de lo que le había pedido. No quiero que muera, no quiero que muera. Amo a mi suegra doctor. Después de mucho llorar el doctor le dijo que no se preocupara. Que lo que le había dado no era veneno ni nada parecido. Solo era agua con azúcar.  Esto lo traigo esta semana por un comentario que escuché de una persona de que ya no aguantaba a su suegra. Le conté estas dos historias. Al menos lo dejé pensativo.
Sugerencias, comentarios y opiniones favor de hacerlos llegar a: gammaliel9.10@gmail.com

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