Canadá lamenta los nuevos aranceles de Trump pero reafirma su compromiso con el T-MEC

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El primer ministro de Canadá, Mark Carney, expresó una profunda preocupación ante la sorpresiva decisión del presidente estadounidense Donald Trump de imponer un arancel del 35 % a ciertas exportaciones canadienses. Esta medida, anunciada en la noche del jueves, marca un retroceso en las relaciones comerciales entre dos de los socios más estrechos de América del Norte. Carney lamentó la decisión pero reafirmó su compromiso con el mantenimiento del tratado T-MEC, enfatizando que la cooperación regional es clave para la estabilidad económica de los tres países miembros. El tono del mensaje fue firme pero diplomático, dejando abierta la puerta al diálogo, aunque sin dejar de señalar el impacto negativo que tendrá esta decisión en sectores clave de la economía canadiense.

Los sectores más golpeados por esta medida son algunos de los pilares tradicionales de la industria canadiense: la madera, el acero, el aluminio y el sector automotriz. Estas industrias no solo representan una parte significativa del PIB canadiense, sino que también generan miles de empleos directos e indirectos en todo el país. Canadá exporta el 76 % de sus productos a Estados Unidos, lo que hace que cualquier medida restrictiva desde Washington tenga un impacto casi inmediato en la economía canadiense. Los líderes de estas industrias han manifestado ya su inquietud, advirtiendo que podrían verse obligados a reducir producción, despedir empleados o incluso cerrar operaciones si los aranceles se mantienen por tiempo indefinido.

En su mensaje, Carney subrayó que, gracias al T-MEC, los aranceles que Estados Unidos aplica a la mayoría de los productos canadienses siguen siendo, en general, de los más bajos en comparación con los que impone a otros países. Este tratado comercial, heredero del TLCAN, fue renegociado en años anteriores con la intención de modernizar las reglas del comercio entre Canadá, Estados Unidos y México. Sin embargo, las acciones unilaterales como esta ponen en entredicho la estabilidad y el cumplimiento de los compromisos asumidos por las partes. Carney recalcó que Canadá ha cumplido rigurosamente con lo establecido en el tratado y que espera lo mismo de sus socios.

La respuesta del Gobierno canadiense será firme pero orientada a la defensa de sus sectores productivos. Carney aseguró que se pondrán en marcha mecanismos de protección para las industrias afectadas, incluyendo incentivos fiscales, apoyo a la exportación a otros mercados y medidas para fortalecer el consumo interno. Este enfoque refleja una estrategia de contención de daños en el corto plazo, pero también de preparación para una posible reestructuración del comercio exterior canadiense. El objetivo principal es reducir la dependencia excesiva del mercado estadounidense sin romper de forma abrupta con una relación que ha sido históricamente beneficiosa para ambas naciones.

En su declaración, el primer ministro hizo énfasis en la unidad interna del país. “El Gobierno federal, las provincias y los territorios están trabajando juntos para reducir las barreras comerciales internas y construir una economía canadiense unificada”, afirmó. Esto sugiere un esfuerzo concertado para reforzar el mercado doméstico como escudo frente a la volatilidad de las relaciones comerciales internacionales. Esta visión busca no solo responder a la crisis inmediata, sino aprovechar la coyuntura para impulsar reformas estructurales que fortalezcan la economía canadiense a largo plazo.

Carney también planteó una estrategia para fortalecer y diversificar las relaciones comerciales de Canadá en el ámbito global. Mencionó que “los propios canadienses seremos nuestros mejores clientes”, lo que pone en evidencia una clara intención de estimular el consumo nacional. Al mismo tiempo, se está evaluando intensificar vínculos con mercados emergentes, así como reforzar tratados bilaterales con socios europeos y asiáticos. Esta diversificación podría tomar tiempo, pero es una señal clara de que Canadá no está dispuesto a depender exclusivamente de la voluntad de Washington.Uno de los puntos más polémicos de la decisión de Trump ha sido su justificación: el incremento de aranceles supuestamente responde a la necesidad de frenar el flujo de fentanilo hacia Estados Unidos, acusando implícitamente a Canadá de ser una de las fuentes. Carney rechazó contundentemente esta afirmación, asegurando que solo el 1 % del fentanilo que ingresa a territorio estadounidense proviene de Canadá. Además, explicó que su gobierno está colaborando activamente con las autoridades estadounidenses en materia de seguridad fronteriza y control de sustancias ilegales, por lo que esa acusación carece de fundamentos reales.

Este señalamiento no solo es considerado injusto por el gobierno canadiense, sino también peligroso, ya que introduce un argumento de seguridad nacional para justificar barreras comerciales. Analistas han advertido que este tipo de discursos podría ser utilizado de manera creciente por Estados Unidos como excusa para debilitar tratados internacionales. La preocupación es que se establezca un precedente que otros países también adopten, afectando el sistema multilateral de comercio. Canadá, por su parte, ha señalado que seguirá apostando por el comercio justo, basado en reglas claras y compromisos mutuos.

En el ámbito político interno, la oposición canadiense ha criticado la gestión del Gobierno federal, aunque sin cuestionar directamente la postura frente a Trump. Algunos líderes han exigido una respuesta más enérgica o incluso la imposición de medidas de represalia. Sin embargo, Carney ha optado por una línea de acción prudente, evitando escalar el conflicto. Su apuesta es la diplomacia, pero sin ceder en la defensa de los intereses nacionales. Esta estrategia busca proteger la economía mientras se mantiene una imagen de liderazgo responsable a nivel internacional.

Empresarios y líderes sindicales han respaldado en términos generales la posición del Gobierno. Muchos coinciden en que la relación con Estados Unidos es importante, pero no puede ser a cualquier precio. Las cámaras de comercio están organizando mesas de trabajo para analizar el impacto de los nuevos aranceles y explorar alternativas para mitigar sus efectos. En paralelo, algunas empresas ya están comenzando a explorar mercados en Europa, América Latina y Asia, como parte de un esfuerzo por diversificar sus exportaciones ante un panorama de incertidumbre.

En los próximos días se espera una ronda de negociaciones entre representantes canadienses y funcionarios de la administración Trump. Aunque el ambiente es tenso, ambas partes reconocen que mantener canales de comunicación abiertos es vital para evitar un deterioro aún mayor en la relación bilateral. Expertos en política comercial señalan que podría haber margen para alcanzar algún tipo de acuerdo técnico o exenciones específicas para ciertos productos, especialmente si se demuestra que la medida perjudica también a empresas estadounidenses que dependen de insumos canadienses.

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