Autor de ataque racista en Florida compró armas de manera legal en los últimos meses

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  El reciente y trágico ataque racista en una tienda de Florida ha dejado en shock a la comunidad y ha resaltado la persistente y devastadora realidad de la violencia basada en el odio racial en Estados Unidos. El hombre blanco responsable de este acto atroz ha segado la vida de tres personas de raza negra, dejando un profundo dolor y una serie de interrogantes sobre cómo se permitió que esta tragedia ocurriera.

El jefe policial de Jacksonville, T.K. Waters, ha proporcionado detalles escalofriantes sobre el incidente. Según los informes, el agresor, identificado como Ryan Palmeter de 21 años, perpetró sus ataques de manera siniestra y calculada. Su agresión comenzó al disparar a una de sus víctimas mientras estaba sentada en su automóvil fuera de la tienda. A continuación, persiguió a otra víctima dentro del establecimiento, sembrando el caos y el terror entre los presentes. Finalmente, baleó a la tercera víctima mientras esta ingresaba a la tienda, perpetuando así un acto de violencia incomprensible.

Uno de los aspectos más alarmantes de este trágico suceso es el hecho de que Ryan Palmeter había adquirido legalmente las armas utilizadas en los ataques en los últimos meses, a pesar de su historial de salud mental. Waters reveló que Palmeter había sido internado involuntariamente para una evaluación de salud mental en 2017. Esta revelación arroja preguntas críticas sobre el sistema de control de armas y la necesidad de abordar las lagunas que permiten que personas con antecedentes de salud mental puedan acceder a armamento letal.

El desenlace del ataque es igualmente desgarrador, ya que el agresor decidió quitarse la vida después de segar las vidas de tres personas inocentes. Este trágico incidente subraya la urgente necesidad de abordar no solo el acceso a las armas de fuego, sino también la raíz más profunda de la intolerancia y el odio que pueden llevar a actos de violencia tan devastadores.

El agresor Ryan Palmeter, de 21 años, compró legalmente sus armas en los últimos meses a pesar de que había sido internado involuntariamente para un examen de salud mental en 2017, dijo el jefe policial T.K. Waters. Se suicidó después de matar a sus tres víctimas.

Waters identificó a los abatidos en el ataque del sábado en un Dollar General como Angela Michelle Carr, de 52 años, a la que balearon en su auto; el empleado de la tienda A.J. Laguerre, de 19 años, que fue baleado cuando intentaba huir, y el cliente Jerrald Gallion, de 29, al que dispararon cuando entraba en la tienda.

Palmeter utilizó un fusil semiautomático AR-15 y una pistola Glock en el tiroteo, dijo Waters.

Palmeter vivía con sus padres en el vecino condado de Clay y había enviado un mensaje de texto a su padre durante el tiroteo y le dijo que entrara en su habitación, dijo Waters. El padre encontró entonces una nota de suicidio, un testamento y escritos que Waters ha descrito como racistas.

Mientras tanto, el pastor de una iglesia cercana al lugar donde se produjo el tiroteo dijo el domingo a los feligreses que siguieran el ejemplo de Jesucristo y evitaran que su tristeza se convirtiera en rabia.

La alcaldesa de Jacksonville lloró. Otros asistentes a la misa se centraron en la retórica política de Florida y afirmaron que ha alimentado este tipo de ataques racistas.

El tiroteo llenó de luto un barrio históricamente negro de Jacksonville el sábado, mientras miles de personas visitaban Washington, D.C., para asistir a la conmemoración del 60 aniversario de la Marcha en Washington por el Trabajo y la Libertad de 1963, en la que el reverendo Martin Luther King Jr. pronunció su histórico discurso “Yo tengo un sueño”.

El último de una larga historia de asesinatos racistas en Estados Unidos fue el tema principal de los servicios religiosos del domingo en la iglesia St. Paul AME, a unos 5 kilómetros (3 millas) del lugar del crimen.

“Nuestros corazones están rotos”, dijo el reverendo Willie Barnes a unos 100 feligreses el domingo por la mañana. “Si alguno de ustedes es como yo, estoy luchando tratando de no estar enojado”.

La alcaldesa de Jacksonville, Donna Deegan, lloró mientras se dirigía a la congregación.

“Algunos días parece que vamos hacia atrás”, dijo.

“He oído a algunas personas decir que parte de la retórica que escuchamos no representa realmente lo que hay en el corazón de la gente, es sólo el juego. Es sólo el juego político”, dijo Deegan. “Esas tres personas que perdieron la vida, eso no es un juego”.

El coro cantó “Amazing Grace” antes de que los ministros rezaran por las familias de las víctimas y por la comunidad en general. Desde los bancos, los feligreses con las cabezas inclinadas respondieron con un “amén”.

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