Millones vuelven al Tepeyac para celebrar a la Virgen de Guadalupe este 12 de diciembre

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Este 12 de diciembre de 2025 la Basílica de Santa María de Guadalupe (Ciudad de México) vuelve a convertirse en escenario de fe, devoción y peregrinaje masivo en honor a la Virgen de Guadalupe. Desde días antes, cientos de miles de personas comenzaron a llegar desde distintas partes de la República, muchos en peregrinación desde sus estados de origen, otros en caravanas, y algunos incluso de rodillas, como muestra de gratitud, fe o solicitud de milagro. Las calles que conducen al Tepeyac —calzadas como Guadalupe, de los Misterios y otras aledañas— se llenan de luz, música, rezos y pasos firmes; caravanas que, desde la madrugada, avanzan con ritmo lento pero constante hacia la basílica. Familias completas, ancianos, jóvenes, agotados, emocionados, compartiendo comida, cantando, llevando veladoras, flores, estampas de la Virgen; un mosaico humano que revela la devoción popular que pervive intacta después de siglos. Dentro y fuera del recinto, el ambiente es de recogimiento, esperanza y fervor: se respira oración, promesas cumplidas, súplicas, alegría, emoción.
Este 12 de diciembre de 2025 la Ciudad de México vuelve a convertirse en el corazón espiritual del país, con millones de peregrinos que llegan al Tepeyac para celebrar a la Virgen de Guadalupe. Desde días antes ya se veía el movimiento de fieles en calles, carreteras y caminos rurales, todos con un mismo destino: la Basílica.

Cada año, la imagen es la misma pero siempre diferente: familias enteras caminando durante horas o días, jóvenes cargando estandartes, adultos mayores avanzando con devoción y grupos de música entonando cánticos para animar a quienes ya van cansados.

En las avenidas cercanas al santuario se mezcla el olor de la comida ambulante con el aroma de las flores que los fieles llevan como ofrenda. Es una fiesta popular, pero también una jornada de profunda oración que marca a millones.

La llegada de peregrinos desde distintos estados comenzó incluso una semana antes, con caravanas que avanzan por la madrugada para evitar el calor o el tráfico. Muchos duermen en plazas públicas o aceras, pero lo hacen con alegría porque su meta está cerca.

En el ambiente se escucha de todo: rezos, canciones, promesas, agradecimientos, risas nerviosas y hasta llantos de emoción. Para muchos, llegar a la Basílica es cumplir un compromiso personal que han cargado por meses o años.

Las autoridades capitalinas implementaron un operativo especial debido a la enorme asistencia prevista para este 2025. Se calcula que más de trece millones de personas visitarán el templo en estas fechas, una cifra histórica que supera los registros anteriores.

El flujo de gente es constante. En cualquier hora del día o de la noche, las calzadas que conducen al Tepeyac se ven llenas de peregrinos. Algunos llegan sin dormir, pero con la energía de quien se siente acompañado por la fe.

En el atrio, miles esperan su turno para entrar. Algunos llevan veladoras, otros cargan imágenes grandes de la Virgen y muchos llevan flores que terminarán dejando dentro del recinto como símbolo de gratitud.

Hay quienes recorren los últimos metros de rodillas, cumpliendo una manda o pidiendo un milagro. El silencio alrededor de ellos es casi automático; los demás peregrinos se abren paso para que puedan avanzar sin ser interrumpidos.

Al entrar a la Basílica, las expresiones cambian. Muchos rompen en llanto al ver de cerca la imagen guadalupana. Otros levantan sus manos y cierran los ojos en oración. Es un momento íntimo, aunque estén rodeados de miles de personas.

Durante toda la jornada se celebran misas especiales, algunas acompañadas por coros y mariachis que interpretan las tradicionales mañanitas a la Virgen. La música retumba, pero lo hace con solemnidad, sin perder el espíritu festivo.

Fuera del templo también se vive una celebración paralela. Familias enteras aprovechan para convivir, descansar, comer algo caliente o simplemente observar el movimiento interminable de fieles que siguen llegando.

Este año, como en otros, la celebración se extiende a todo México. En cada estado hay iglesias dedicadas a la Virgen de Guadalupe y todas registran procesiones, misas, rosarios y celebraciones comunitarias.

La devoción no se limita a la capital; es un movimiento nacional que une a personas de todas las edades, clases sociales y regiones. La Virgen Morena es un símbolo profundo que trasciende generaciones.

Negocios, restaurantes y comercios cercanos a la Basílica también se ven beneficiados, ya que esta fecha representa una de las mayores derramas económicas del año para la zona.

La convivencia entre fieles es parte esencial de la experiencia. Se comparten tortillas, café, incluso cobijas. Muchos peregrinos dicen que es en estos momentos cuando se siente más viva la solidaridad mexicana. Los grupos parroquiales organizados llegan con trajes tradicionales, danzas y estandartes elaborados que han preparado durante meses. Su participación le da un toque colorido y emotivo a la celebración.

El clima, sea frío o templado, no detiene la llegada masiva. Cada persona traen una historia distinta, un motivo único para venir, pero todos coinciden en que es una tradición que se mantiene viva.

Los niños también participan, algunos montados en carriolas adornadas, otros caminando, cansados pero emocionados por vivir una experiencia que muchas familias repiten año con año.

En los alrededores, paramédicos, policías, voluntarios y brigadistas apoyan sin descanso. Distribuyen agua, dan atención médica y orientan a quienes se pierden entre la multitud.

A lo largo del día se ve de todo: promesas cumplidas, testimonios, expresiones de fe inquebrantable y también momentos de reflexión que cada peregrino guarda para sí mismo.

Muchos fieles comentan que, pese al cansancio, llegar a la Basílica les devuelve paz y esperanza. Dicen que ir a ver a la Virgen “da fuerza” para cerrar el año y comenzar el siguiente con ánimo renovado. En la noche, el santuario se ilumina y las veladoras de los peregrinos crean un paisaje conmovedor. La fe se ve y se siente en cada rincón del Tepeyac.

En barrios y pueblos del interior de la República, las celebraciones incluyen danzas tradicionales, carros alegóricos, cantos y peregrinaciones locales que se viven con el mismo fervor que en la capital.

La fiesta de la Virgen de Guadalupe se ha convertido, más que en una fecha religiosa, en un símbolo de identidad cultural para millones de mexicanos dentro y fuera del país.

Este 2025, sin embargo, la celebración está marcada por una controversia que ha generado molestia entre algunos peregrinos. Circula la versión de que el recinto guadalupano ya no sería considerado una “iglesia” por el Vaticano.

Aunque oficialmente no se ha hecho un anuncio claro, el rumor ha corrido fuerte y ha causado inquietud, pues muchos sienten que ese cambio sería una falta de respeto a la tradición y a la devoción de siglos.

Para algunos fieles, clasificarla como “templo de oración” en lugar de “iglesia” reduce simbólicamente su relevancia. Para otros es solo un cambio administrativo, pero aun así les incomoda la idea.

Entre los peregrinos se escuchan comentarios de que el santuario debería conservar su título y su reconocimiento como uno de los espacios marianos más importantes del mundo.

A pesar de la molestia, la mayoría coincide en que, independientemente de cómo se le nombre, la Basílica sigue siendo un lugar sagrado para millones y nadie puede negar su importancia espiritual y cultural.

Y así, entre fervor, tradición, polémicas y emociones profundas, México vuelve a celebrar a la Virgen Morena, con la misma fuerza y devoción que ha caracterizado al país durante siglos, recordando que su fe sigue intacta.

No obstante, el malestar existe: muchos peregrinos, creyentes tradicionales, sienten que si algo así fuera cierto, sería un golpe simbólico al significado del santuario, a la historia, a la fe compartida por generaciones. Hay temor, confusión, preguntas entre quienes preparan su viaje al Tepeyac, quienes esperan poder entrar, orar, abrazar la imagen venerada, cumplir promesas, rezar por sus intenciones.

Mientras tanto, la tradición continúa viva: desde comunidades pequeñas hasta grandes ciudades, de norte a sur del país, en iglesias y capillas dedicadas a la Virgen, miles de fieles alistan misas, novenas, procesiones, celebraciones; la devoción no disminuye, se transforma, se adapta, se mantiene.

Este 12 de diciembre, como cada año, la Basílica de Guadalupe volverá a ser el corazón de una enorme manifestación de fe, esperanza y devoción, un punto de encuentro espiritual de decenas de millones, un símbolo de identidad nacional, un acto colectivo que trasciende edades, clases sociales, regiones.

Y aunque circulen rumores que siembran dudas sobre la condición oficial del santuario, para la mayoría de los fieles su valor espiritual, emocional y tradicional sobrevive; la fe en la Virgen de Guadalupe sigue guiando pasos, oraciones, ofrendas, cantos. Así, entre luces, veladoras, cantos, rezos y multitudes, la Ciudad de México —y todo México— se prepara para honrar una vez más a la Virgen Morena, con fervor, con respeto, con devoción, con esperanza.

Pero queda una pregunta en el aire: ¿qué tan ciertos son los rumores sobre un cambio doctrinal o administrativo en la consideración de la Basílica? Hasta ahora, las fuentes confiables no lo confirman. Y muchos fieles que escucharon esas versiones esperan —este 12 de diciembre— más claridad, más certeza, más respeto hacia una tradición que, para ellos, es sagrada.

Mientras tanto, la Basílica abre sus puertas —y sus pórticos de esperanza—, los peregrinos siguen llegando, las veladoras se encienden, los rezos se elevan, la fe se reafirma. Y México entero vuelve a encontrarse bajo el manto de la Virgen de Guadalupe.

Trump felicita a los estadounidenses católicos por la Inmaculada Concepción y la Guadalupe
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, felicitó este lunes a todos los estadounidenses católicos el día de la Inmaculada Concepción, una de las principales festividades marianas de la Iglesia católica, con un mensaje especial desde la Casa Blanca, que recordó la importancia que tiene en la historia del país. En un comunicado inusual, el mandatario recordó que la Inmaculada ha «tenido un papel distintivo en nuestra gran historia», ya que es la patrona de Estados Unidos desde los primeros años de independencia del país.

Trump dijo que la Inmaculada tiene gran raigambre en Nueva Orleans, que la conmemora cada 8 de enero por la creencia de que salvó la ciudad en 1815 en la batalla contra los ingleses. La Casa Blanca aprovechó el comunicado para recordar también la importancia de la Virgen de Guadalupe como la gran celebración mariana de los católicos de Estados Unidos y México y que se celebra el 12 de diciembre.

«Mientras no acercamos al 250 aniversario de nuestra gloriosa Independencia, reconocemos y damos gracias, con gratitud, al papel de María como impulsora de la paz, la esperanza y el amor en América y más allá de nuestras costas», indica el mensaje presidencial.

Trump no es católico, pero mantiene una relación política muy cercana con movimientos católicos conservadores, pese a la oposición de los obispos del país a su política antiinmigrante. En su Administración hay una fuerte presencia de católicos, entre ellos, su vicepresidente, JD Vance; el secretario de Estado, Marco Rubio, y la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.

Su antecesor, el demócrata Joe Biden, es católico practicante y en alguna ocasión celebró el día acudiendo a misa, pero no con un mensaje presidencial.

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