Récord Histórico de 12.3 millones de fieles abarrotan la Basílica en honor a la Virgen de Guadalupe
Cada año, la fe y devoción de millones de personas se manifiestan en la Ciudad de México durante la celebración del 12 de diciembre en honor a la Virgen de Guadalupe. En este 2024, un histórico récord de 12.3 millones de peregrinos provenientes de todo el mundo visitó la Basílica de Guadalupe, convirtiendo a esta festividad en un acontecimiento que trasciende fronteras y reafirma la profunda raíz religiosa que caracteriza a los mexicanos.
La Basílica, ubicada en la alcaldía Gustavo A. Madero, se convierte cada diciembre en el epicentro espiritual del país. Peregrinos de todas las edades, orígenes y condiciones sociales se congregan en La Villa para agradecer, pedir milagros o simplemente rendir homenaje a la «Morenita del Tepeyac». Esta demostración de fe también es un testimonio del impacto cultural y religioso que la Virgen tiene no solo en México, sino en toda América Latina y el mundo.Cada peregrino lleva consigo una historia, una plegaria o un agradecimiento que lo conecta profundamente con la Virgen de Guadalupe. Para muchos, ella no es solo un símbolo religioso, sino también un refugio en tiempos de necesidad.
La afluencia masiva de visitantes ha requerido también el apoyo de más de 300 elementos de Protección Civil, quienes se encargan de brindar ayuda en casos de emergencias y desmayos. El Sistema de Transporte Colectivo Metro también implementó rutas especiales y extendió su horario para facilitar la llegada y salida de los fieles, mientras que vías importantes, como Calzada de Guadalupe y Calzada de los Misterios, fueron cerradas parcialmente al tráfico vehicular para dar paso a los peregrinos.
Uno de los aspectos más impresionantes de esta celebración es la diversidad de los asistentes. Llegan personas a pie, en bicicleta, en autobuses o incluso de rodillas como muestra de sacrificio y agradecimiento. Muchos de ellos recorren cientos o incluso miles de kilómetros desde otras ciudades de México y países como Estados Unidos, Guatemala, Honduras, El Salvador e incluso de Sudamérica.
Para los peregrinos, el viaje no es solo una travesía física, sino también espiritual. La fe en la Virgen de Guadalupe está profundamente arraigada en la cultura mexicana, y cada paso que dan hacia la Basílica es una forma de renovar su devoción. Muchos aseguran que su visita es un compromiso de por vida, especialmente aquellos que han recibido algún milagro por intercesión de la Virgen.
Las historias de agradecimiento abundan entre los asistentes. Una madre que viaja desde Veracruz cuenta que hace unos años su hijo sufrió un accidente que lo dejó al borde de la muerte. Tras rezarle a la Virgen y hacer la promesa de visitarla cada 12 de diciembre, su hijo logró recuperarse milagrosamente. Hoy, ella camina junto a él hasta la Basílica como testimonio de fe. Otro grupo de jóvenes provenientes de Chiapas relata cómo lograron superar dificultades económicas y familiares gracias a su devoción. Durante días enteros, caminaron en grupo hasta llegar a la CDMX, donde, entre cantos y oraciones, se arrodillaron frente a la imagen de la Virgen.
La organización de un evento de tal magnitud también representa un reto logístico importante para las autoridades. Se estima que durante estos días se generan más de 10 mil toneladas de basura, por lo que también se ha implementado un operativo de limpieza con más de mil trabajadores de servicios públicos. Además, el comercio informal y local aprovecha la llegada de los peregrinos, lo que representa un importante impacto económico para la zona.
Más allá del despliegue de infraestructura y seguridad, lo que realmente resalta en la celebración es el carácter espiritual y emocional de los fieles. Cada peregrino lleva consigo una historia, una plegaria o un agradecimiento que lo conecta profundamente con la Virgen de Guadalupe. Para muchos, ella no es solo un símbolo religioso, sino también un refugio en tiempos de necesidad.
En este contexto, la historia de Juan Diego, el indígena a quien la Virgen se le apareció en 1531, sigue siendo el corazón de esta devoción. Según la tradición, la Virgen le pidió a Juan Diego que construyera un templo en su honor, dejando como prueba su imagen milagrosamente impresa en la tilma del indígena. Desde entonces, millones de fieles han venerado a la Virgen bajo el título de “Emperatriz de América”.Para los mexicanos, la Virgen de Guadalupe representa identidad, unidad y esperanza. Es un símbolo que ha acompañado al país en momentos de alegría y tragedia, y su imagen ha trascendido generaciones. En tiempos difíciles, acudir a su Basílica es para muchos una fuente de consuelo y fortaleza.
Una de las historias que más conmueve a los peregrinos es la de don Ramón, un hombre de 75 años que cada año camina desde Tlaxcala hasta la Basílica. Durante el viaje, lleva un pequeño estandarte con la imagen de la Virgen y repite que ella lo ha acompañado en cada etapa de su vida. Hace décadas, perdió a su esposa y a dos hijos en un accidente, y fue la fe en la Virgen lo que lo ayudó a salir adelante. “No puedo dejar de venir. La Virgencita nunca me ha abandonado”, dice con los ojos llenos de lágrimas.
Estas historias son solo una muestra de la inmensa devoción que millones de personas sienten hacia la Virgen de Guadalupe. Cada peregrino, ya sea de México o de otras partes del mundo, lleva en su corazón una razón para estar allí. La Basílica de Guadalupe no es solo un santuario; es un lugar donde la fe, la historia y el amor se encuentran, creando un vínculo eterno entre los fieles y la «Morenita del Tepeyac».
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