Muro fronterizo de Trump revive la fe de trumpistas y el temor de migrantes y ecologistas

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 La reactivación del muro fronterizo entre Estados Unidos y México, prometida por Donald Trump, quien asumirá su segundo mandato el próximo 20 de enero, genera esperanzas entre sus seguidores y preocupaciones entre migrantes, grupos humanitarios y ambientalistas. Durante su primer mandato, entre 2017 y 2021, se construyeron 689 kilómetros de esta barrera, considerada por algunos una medida efectiva, pero por otros, un símbolo de división y sufrimiento.

John Ladd, un ranchero de la frontera de Arizona, sostiene que solo Trump puede detener el cruce de migrantes y el tráfico de drogas. Según él, durante su administración anterior, se redujo considerablemente el flujo migratorio en su región, lo que permitió a las autoridades concentrarse en áreas clave en lugar de realizar tareas que, en su opinión, no deberían corresponderles.
Por otro lado, migrantes y organizaciones civiles consideran que el muro no logró cumplir con los objetivos que Trump había prometido. Isabel García, activista en defensa de los derechos humanos, asegura que la barrera no detuvo el flujo migratorio y que, además, trajo consigo tragedias humanas, ya que muchas personas han muerto intentando cruzar o han quedado gravemente heridas. La estructura del muro, compuesta por postes de acero de más de nueve metros de altura con cimientos profundos, fue diseñada para ser imponente y disuasiva. Sin embargo, su construcción, que costó aproximadamente 15 mil millones de dólares, ha sido duramente criticada por su elevado precio y por el impacto ambiental que generó en las regiones fronterizas.

Grupos ambientalistas han denunciado que el muro violó leyes que protegen el medioambiente, causando daños irreparables a ecosistemas vulnerables. Estas organizaciones señalan que hábitats de especies en peligro de extinción han sido fragmentados y que la construcción ha alterado flujos de agua esenciales en algunas zonas, intensificando los problemas ambientales en la región.

En términos de política migratoria, el muro ha sido visto como una solución simplista a un problema complejo. Especialistas en migración destacan que la construcción de barreras físicas no aborda las causas subyacentes que impulsan a las personas a emigrar, como la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en sus países de origen.

Asimismo, los críticos del muro argumentan que este no solo afecta a los migrantes, sino también a las comunidades fronterizas, quienes han visto cómo la presencia de la estructura divide pueblos y afecta las relaciones sociales y económicas entre ambas naciones. Muchas comunidades fronterizas tienen lazos culturales y familiares profundos que trascienden la frontera, y el muro representa una barrera física y simbólica que altera esas dinámicas.

Las cifras de cruces migratorios tampoco reflejan el éxito esperado. A pesar de la construcción del muro, miles de personas continúan intentando cruzar la frontera cada año, enfrentándose a peligros mortales en el proceso. Algunos optan por rutas más peligrosas, exponiéndose a condiciones extremas en el desierto o confiando en traficantes que suelen explotarlos.

La inversión en la construcción del muro también ha sido cuestionada por muchos economistas y expertos en política pública. Algunos sostienen que los recursos destinados a este proyecto podrían haberse utilizado para fortalecer los sistemas de asilo, mejorar la infraestructura fronteriza existente o invertir en tecnología de vigilancia más eficiente y menos invasiva.

Trump ha defendido constantemente el muro como una de sus principales promesas de campaña y un logro de su primer mandato. Sin embargo, para sus detractores, representa una política basada en el miedo y la exclusión, diseñada más para apelar a su base electoral que para resolver problemas reales.

Desde el punto de vista de los derechos humanos, el muro ha sido criticado por las condiciones inhumanas que genera. Muchas familias migrantes se han visto separadas, y las políticas asociadas a la barrera han llevado a detenciones prolongadas y condiciones deplorables en centros de detención a lo largo de la frontera.

En el ámbito internacional, la reactivación del muro podría generar tensiones adicionales entre Estados Unidos y México. La administración mexicana ha manifestado en diversas ocasiones su rechazo a esta política, considerando que no contribuye a una relación bilateral basada en la cooperación y el respeto mutuo.

Además, los ambientalistas advierten que la expansión del muro podría agravar los problemas ya existentes, como la destrucción de áreas protegidas y la interrupción de corredores migratorios para animales. Este impacto a largo plazo podría tener consecuencias graves para la biodiversidad y los ecosistemas de la región fronteriza.

Por otro lado, los seguidores de Trump continúan apoyando la medida, argumentando que el muro es necesario para proteger la seguridad nacional y frenar el narcotráfico. Este grupo considera que la reactivación del proyecto es una señal de que el presidente cumple sus promesas y defiende los intereses de los ciudadanos estadounidenses.

Sin embargo, el debate sobre el muro fronterizo es mucho más amplio que su construcción física. Representa un enfrentamiento ideológico sobre cómo abordar temas como la migración, la seguridad y las relaciones internacionales. La decisión de reactivar este proyecto promete mantener la polémica durante el próximo mandato de Trump y más allá.

Recordó que Trump aseguró que el muro iba a terminar con el flujo de migrantes, “una idea que se ha comprobado que no funcionó y que por lo contrario causó un grave daño a la región”.

Durante la primera Presidencia de Trump un poco más de la mitad del muro, aproximadamente 363 kilómetros, fue construido o reemplazado en Arizona gracias a que en este estado la mayoría de los terrenos limítrofes son propiedad federal, como parques nacionales, justamente para preservar la flora y la fauna del vasto desierto.

En Texas -donde se construyeron solamente 88 kilómetros principalmente en la región del Rio Grande (Río Bravo, en México) y El Paso-, el Gobierno Trump se vio forzado a utilizar un recurso legal para la expropiación de tierras para construir el muro.

“En Texas la administración Trump enfrentó muchos retos y sobre todo la oposición de dueños de ranchos, ya que la mayoría de las tierras son privadas”, dijo a EFE Tricia Cortez, miembro de la Coalición No Al Muro Fronterizo.

Muchas familias demandaron tratando de evitar que sus tierras fueran tomadas por el Gobierno federal.

“Logramos evitar varias expropiaciones, otros casos fueron desestimados bajo la Administración Biden”, recordó Cortez.

Tanto Meza como Cortez temen que Trump acelere los fondos para continuar con la ampliación del muro.

Meza además critica que las lluvias ya han comenzado a dañar sus cimientos debido a la falta de estudios apropiados.

Este fin de semana Trump aplaudió que un juez en Texas prohibió al Gobierno de Biden la venta de cualquier material destinado al muro fronterizo, construcción que el demócrata frenó.

Trump había cuestionado que desde 2023 la Administración Biden ha subastado 30.000 postes de acero que no fueron utilizados en la barrera.

El Congreso había exigido al Gobierno de Biden que se deshiciera de los materiales, una iniciativa contemplada en la Ley de Autorización de Defensa Nacional.

El daño al ecosistema
Para el ambientalista Meza el peor daño ha sido la alteración de la vida silvestre nativa del lugar.

“El reducido espacio que existe entre un poste y otro que es aproximadamente de cuatro pulgadas no permite que ciertos animales puedan cruzar, como son los venados, jabalíes, animales en peligro de extinción como el borrego cimarrón, el oso negro, el jaguar y el lobo mexicano entre otros”, precisó.

En su opinión la presencia del muro y los efectos del cambio climático han hecho aún más difícil la existencia de estas especies vitales para el ecosistema de la región.

Meza recordó que pese a que el presidente Joe Biden paró de inmediato la construcción del muro cuando asumió en 2021, se aprobaron ciertos proyectos para unir segmentos que habían quedado abiertos y reparar algunos que habían sido dañados.

Defensores del medio ambiente lograron mediante demandas que se abrieran compuertas en ciertos puntos para facilitar el cruce de estas especies.

“El primer día de Trump en la Presidencia definirá su presidencia y sus prioridades, veremos que órdenes ejecutivas firma y podremos comenzar a tomar medidas para luchar”, dijo Cortez.

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