SERENA… MORENA

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Por: Gamaliel Espinoza

Por muchos años jugué tenis… me encantaba jugar ese deporte. Luego le di por el raquetbol… jugaba horas. Jugaba por jugar. Nada de profesional… nada. Lo hacía porque me gustaba jugar, así de sencillo. Actualmente solo lo veo por televisión y me gusta cuando veo a los tenistas que no juegan al raquetazo, sino que le ponen efecto a la pelota. Pero bueno, esos años no volverán así que mejor hay que dejarlos ahí en donde están. Me llamó mucho la atención lo que pasó en la final femenil del US Open. Exactamente con la tenista de color Serena Williams. Le gritó al árbitro (juez), y de paso rompió una raqueta. Le dijo ladrón y sexista al juez… cosa que nunca debió decir. Se que es muy difícil controlarse cuando creemos que no se nos esta haciendo justicia. Una de las reglas en el Abierto de Tenis de este país es que los entrenadores de los tenistas no deben de dar indicaciones a su jugador. El entrenador de Serena lo hizo y fue penalizada por eso. Consciente de que se esta jugando la final del torneo hay que tener mucho cuidado con lo que uno hace… o dice. En lo particular nunca me ha pasado Serena… me pasa mas su hermana Venus… no sé porque pero así es. Serena siempre me ha parecido una persona hipócrita… aparenta ser muy a todo dar pero no. Y pues este sábado lamentablemente me dio la razón. Otra de las cosas que no se debe de hacer es gritarle e insultar al arbitro o juez de silla. Y vaya que lo hizo. Es mas, creo que quería que todos los que estaban fuera de la ciudad la escucharan. Por último… quebró su raqueta. Claro que como a ella no le cuesta ya que su patrocinador se las regala, pues que eche a perder las que quiera ¿no? No hace mucho escribí acerca de que quien se enoja pierde. Y luego, luego uno se da cuenta quien tiene la razón, por la forma en que actúa. ¿Que culpa tiene la raqueta? ¿Que culpa tiene los que van a ver un partido de tenis? Eso no es nuevo. ¿Qué hacemos cuando nos enojamos con alguien? Le gritamos e insultamos, aunque después nos estemos arrepintiendo. ¿A poco no azotamos la puerta cuando vamos saliendo del lugar en donde nos enojamos? ¿A poco no le mentamos la madre a la llanta que se nos ponchó? Es mas le decimos hasta de que se va a morir la condenada llanta. ¿A poco no aventamos lo que se nos ponga en frente? Perdemos la cabeza… dijo alguien. Perdemos los estribos… dijo alguien mas. Lo que yo digo es que en esos momentos de frustración y enojo sale lo que realmente somos. En otras palabras, aparentamos lo que no somos… y cuando se presenta la ocasión nos descubrimos. Como cuesta mantener la calma, como nos cuesta quedarnos quietos. Y es que no nos queremos dejar de nadie. Y lo peor es que muchas de las veces buscamos no quien nos la hizo… sino quien nos la pague. Dijo alguien… no tengo pelos en la lengua. Y la soltamos, que se desahogue. Creemos que haciendo este tipo de ridículos quedamos bien. Hay maneras de manifestarse… siempre con cordura, con dignidad.

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