Ratificación de Estados Unidos del T-MEC

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Por: Ing. Esteban Sánchez
Uno de los argumentos que se han utilizado como causas de la desaceleración
económica es la incertidumbre sobre el futuro de las relaciones comerciales con
Estados Unidos y Canadá. Donald Trump, desde antes de llegar a la presidencia,
manifestó su desacuerdo con el TLCAN y amenazó con eliminarlo. En vez de eso, a
partir de agosto de 2017 se iniciaron negociaciones para un nuevo acuerdo comercial,
que concluyeron con la firma del nuevo tratado (T-MEC) en noviembre de 2018.
Posteriormente, en diciembre de 2019 se firmó un protocolo modificatorio, que ha
facilitado el inicio de su ratificación con la aprobación en la Cámara de Representantes
de Estados Unidos y así la incertidumbre se ha ido diluyendo.
Para México la negociación del nuevo acuerdo comercial no sólo representaba la
posibilidad de no cancelar las relaciones comerciales preferentes establecidas en el
tratado que entró en vigor en 1994, sino también de modernizarlas. Por ello en el
nuevo tratado se incluyen aspectos que no existían cuando entró en vigor el anterior,
como es el caso del comercio digital. Es muy importante señalar que más allá de una
descripción del contenido del nuevo acuerdo comercial, lo que se requiere es que la
actual administración establezca un programa de análisis puntual con la participación
de las autoridades y sectores involucrados en cada tema, a partir del cual se diseñen e
implementen políticas específicas para afrontar los retos que se presentarán. Entre
otros, hay dos temas que destacan en el nuevo acuerdo: el capítulo laboral y las nuevas
reglas de origen para el sector automotor.
Respecto al capítulo laboral se puede decir que la principal crítica que el gobierno de
Estados Unidos hizo al TLCAN era que las condiciones laborales de los trabajadores en
México eran mucho más laxas que en Estados Unidos, lo que propició que muchas
empresas estadounidenses se trasladaran a México, con la consiguiente pérdida de
empleo, lo que indudablemente es cierto. El éxito exportador de México se ha
fundamentado en una alta proporción en competir a través de salarios mucho más
bajos que en Estados Unidos y Canadá. Es por ello que en el T-MEC se incluyó el
capítulo laboral en el cual México se comprometió a impulsar una reforma para
fortalecer la democracia sindical y la rendición de cuentas de los sindicatos y así lograr
una justicia laboral efectiva.
El pasado mes de mayo se publicó la reforma laboral, como el primer paso para dar
cumplimiento al compromiso adquirido en el T-MEC. Ahora lo que sigue es su
implementación. Ante la desconfianza de Estados Unidos de que la implementación no
sea efectiva, en el protocolo modificatorio del T-MEC se estableció un mecanismo
mediante el cual, ante una demanda de incumplimiento, la Secretaría del Trabajo de
México debe hacer una investigación y en un plazo de 85 días aplicar medidas
correctivas o dar una opinión sobre su no procedencia. En el caso de que Estados
Unidos o Canadá se inconformaran, se turnaría a un panel conformado por tres
expertos que decidirá de manera definitiva la controversia. El propósito de la reforma
es mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, lo que a final de cuentas se
deberá traducir en mejores salarios, por lo que en adelante México ya no podrá
limitarse a competir a partir de salarios bajos, sino de una mayor productividad, lo que
representa un enorme reto para el país y para las empresas.
Otro de los capítulos que sufrió cambios importantes es el correspondiente a las reglas
de origen, que se aplican para exentar de aranceles a los productos cuyo contenido
regional sea igual o mayor a un cierto porcentaje. El principal cambio en este sentido se
aplicará al sector automotor, que es el principal exportador de México hacia Estados
Unidos. En el TLCAN se estableció que el contenido regional para no aplicar aranceles
era de 62.5 por ciento. En el nuevo acuerdo se incrementa a 75 por ciento, además de
que entre 40 y 45 por ciento del vehículo se debe fabricar por trabajadores que ganen
por lo menos 16 dólares por hora. De manera específica, en el protocolo modificatorio
se estableció que los componentes de los automóviles que contengan acero o sus
derivados lleguen a 70 por ciento en un plazo de siete años. Seguramente los cambios
en las reglas de origen tendrán impactos en la industria, que solamente la propia
industria puede evaluar y a partir de ello se debería diseñar y poner en práctica una
política que permita afrontar las nuevas reglas de origen. Hay muchos otros temas que
deberán formar parte del programa de análisis propuesto, mismo que pudiera ser
liderado por la Secretaría de Economía y sería conveniente que esta dependencia
informe periódicamente al Congreso sobre los avances del programa y las medidas a
implementar que deriven de los análisis.
Por ahora es todo; mientras tanto, ¡!! AQUÍ SI PASA Y MUCHO ¡!! Para cualquier información,
favor de comunicarse a :
editorial@novedadesnews.com
y/o
tulmex@hotmail.com

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