La vacuna depende de la soberanía nacional

banners sin foto-07

 

por: Ing. esteban sanchez

La carrera por desarrollar la vacuna o el remedio contra el covid-19 es un asunto de seguridad nacional. Aquella nación que lo consiga primero podrá asegurar a sus habitantes condiciones generales de inmunidad y estará en posición de imponer, de así decidirlo, condiciones al resto del mundo para su aplicación. En este momento no es el petróleo ni las patentes de la tecnología 5G ni la fuerza militar ni el poderío financiero lo que determina la seguridad de las naciones, sino la capacidad de obtener esa vacuna. La violenta irrupción de la pandemia vino a recordarnos, a la humanidad y a los Estados nacionales, la fragilidad del concepto de seguridad. No hay fuerza militar que valga, no hay campo petrolero que cuente, no hay sistema financiero que pueda suplir el valor de un equipo de científicos ni la capacidad de los laboratorios nacionales ni el de las empresas farmacéuticas nacionales, para lograr una vacuna que cure al covid-19.

El discurso de que algunas empresas en sectores estratégicos son fundamentales para la soberanía nacional implica la ausencia de pandemias. No existe sustituto alguno a la ciencia básica, a la investigación biomédica, a la existencia de laboratorios nacionales y empresas farmacéuticas locales, en el extremo crítico en que pone al orden establecido una pandemia viral. La pandemia global ha dado una nueva definición a la seguridad nacional y a la soberanía de los Estados. En Europa han resurgido las fronteras físicas, incluso entre Francia y Alemania, los dos países en el corazón del proyecto comunitario. Canadá y Estados Unidos, dos pueblos prácticamente indistinguibles desde fuera, han cerrado sus fronteras también. La tripulación de dos portaviones estadunidenses, y la del único portavión francés, han sido infectadas de covid-19 y forzadas a atracar en puerto seguro, mostrando la vulnerabilidad de los ejércitos más poderosos ante la mortalidad del virus.

Los esfuerzos para aislar por completo a un grupo de la población, como el ejército, de manera completa del riesgo de contagio, han sido infructuosos. El virus ha infectado a personal de la Casa Blanca y a jefes de Estado. Nada impide que la pandemia dispare brotes en el ejército, en el personal que opera las infraestructuras estratégicas, entre las comunidades de inteligencia de los países que evalúan día a día los riesgos militares, provenientes del crimen organizados, o naturales, en contra de las poblaciones locales. La pandemia ha ilustrado lo vulnerable que es la fortaleza más inexpugnable, y el ejército más poderoso, ante el indetenible contagio del virus. La seguridad económica, la seguridad militar, la seguridad alimentaria, la seguridad energética, todos los aspectos de la seguridad nacional y la soberanía de los Estados dependen, en este momento, de un puñado de científicos que está buscando desarrollar la vacuna lo antes posible. Los científicos están llevando a cabo una labor ejemplar de cooperación internacional, con los laboratorios de los distintos países conectados e intercambiando información para vencer a un amigo común: el virus. Pero la clase política, sobre todo la de los países que compiten por la hegemonía global, ven el mundo con otros ojos y en su perspectiva, la carrera por ser los primeros en obtener la vacuna tiene implicaciones muy distintas.

Piensen, por ejemplo, que el país que primero la obtenga inmunice a su ejército, dándole una ventaja militar aplastante respecto al de las otras naciones en el corto plazo. Si ese primer país no es Estados Unidos, estaríamos ante algo inédito en el último siglo: un escenario en donde la potencial militar más poderosa no son los estadunidensesCabe, por supuesto, la posibilidad que los políticos del mundo se comporten como científicos y que pongan la búsqueda de la vacuna y la cooperación por encima de otras consideraciones, pero no es el estilo de Trump y tampoco parece serlo en otros casos. En el caso de México, nuestra posición en el desarrollo de una vacuna frente a la capacidad de otros países debería de revelarnos el verdadero estado de nuestro desarrollo y hacer que nos enfoquemos en el hecho de que el último reducto de la soberanía es la educación de su población y no otros sectores.

Por ahora es todo; mientras tanto, ¡!! AQUÍ NO PASA NADA ¡!! Para cualquier información, favor de comunicarse a: editorial@novedadesnews.com  y/o tulmex@hotmail.com 

 

0 Comments

Leave a Comment

Login

Welcome! Login in to your account

Remember me Lost your password?

Don't have account. Register

Lost Password

Register