La competitividad empresarial

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por: Ing. Esteban Sánchez
A nivel país, industria o empresa la competitividad es resultado de la gestión habilidosa de las
estructuras de producción en un entorno específico de políticas e instituciones. En su
definición más simple, competitividad es la capacidad para competir exitosamente y de forma
sostenida, en uno o varios mercados, en una o varias jurisdicciones, con uno o múltiples
productos y servicios. Puede o no estar alimentada por la rivalidad, pero siempre es
influenciada por restricciones y legislación. El que un negocio alcance y mantenga un nivel
competitivo es multifactorial; pero, ¿qué lo mantiene competitivo con respecto a otros
ofertantes en el mismo entorno? Aquí tres elementos para la reflexión:
1) Todo parte de la capacidad instalada disponible real.-
Y es que aunque siempre se puede
argumentar el potencial (teórico o real) de un país o empresa, toda entidad productiva tiene un
volumen máximo de producción posible en un determinado tiempo. Nadie tiene capacidad o
recursos ilimitados para mantenerse eternamente competitivo en algo. Interferencias,
restricciones y desviaciones de diversa índole tenderán a minar la competitividad de todo
negocio en distintos momentos de su vida operativa.
2) Todos aprovechan sus respectivas ventajas.-
De las que dispongan y como las tengan. Sean
ventajas competitivas (características que te colocan en una posición relativa superior);
comparativas (posibilidad de producir con menos recursos relativos que otro); situacionales
(condición circunstancial que te ofrece una ventaja temporal); o legales (reglas benéficas con
respecto a otros jugadores), cada actor de mercado apalancará su competitividad en aquello
que la realidad le ofrezca, por el tiempo en que esa disposición de factores se lo permita.
3) Todos anhelan ganar el total de su mercado.-
Toda entidad productiva aspira a hacer mejor
las cosas que su competencia y, aunque pocas veces se logra, procura ser el protagonista
primario de su industria y quien pueda influir en condiciones estándares de entrega o servicio,
precios, márgenes u otras condiciones comerciales que lo diferencien en positivo o que, por lo
menos, alejen temporalmente a sus competidores. Las tácticas y estrategias para construir y
conservar la competitividad empresarial son tan amplias, como variadas. Sea por
diferenciación relevante, por apuntalamiento tecnológico, por control de costos, por capacidad
inventiva, por flexibilidad de producción, por manejo de volúmenes específicos, por eficiencia
logística, por capacidad de financiamiento, por garantías ofrecidas y más, la competitividad
implica calibrar todos los elementos que configuran tu oferta de valor.
Eres competitivo para algo como resultado de cierto diseño institucional y de las decisiones
tomadas en contextos específicos. La competitividad es un efecto y –en la eterna competencia
de países, regiones y empresas– es, por definición, vulnerable y temporal.
Y cuando no lo
esperábamos, el T-MEC estaba ahí…
Lejos se ve ya aquel día en el que mercados y empresas
amanecimos con la amenaza del posible repudio del TLCAN por parte de Estados Unidos.
Sobrepuesto se percibe ya el complejo proceso de contención, primero, y negociación,
segundo, que tuvieron que procesar Canadá y México. Todo indica que en el segundo semestre
de este año, el T-MEC iniciará su vigencia.
En muchas de sus disposiciones, el nuevo Tratado no es mejor que NAFTA e implicará cambios
estructurales en varias cadenas de valor. Pero visto a treinta mil pies de altura, es la ratificación
de que la zona norte del continente americano decidió mantenerse como una región de
producción compartida y de competitividad complementaria. En eso radica su gran valor.
Por ahora es todo; mientras tanto, ¡!! AQUÍ NO PASA NADA ¡!! Para cualquier información,
favor de comunicarse a:
editorial@novedadesnews.com
y/o
tulmex@hotmail.com

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